May 05, 2015

Llegada a Madrid de las Brigadas Internacionales Del poema de Pablo Neruda, de su libro “Tercera residencia”

Llegada a Madrid de las Brigadas Internacionales

(Del poema de Pablo Neruda, de su libro “Tercera residencia”)


Una mañana de un mes frío, de un mes agonizante
manchado por el lodo y por el humo,
un mes sin rodillas, un triste mes de sitio y desventura,
cuando a través de los cristales mojados de mi casa se oían los chacales africanos
aullar con los rifles y los dientes llenos de sangre, entonces,
cuando no teníamos más esperanza que un sueño de pólvora,
cuando ya creíamos que el mundo estaba lleno solo de monstruos devoradores y de furias,
entonces, quebrando la escarcha del mes frío de Madrid, en la niebla del alba,
he visto con estos ojos que tengo, con este corazón que mira,
he visto llegar a los claros, a los dominadores combatientes
de la delgada y dura y madura y ardiente brigada de piedra.

Entonces os he visto,
y mis ojos están ahora llenos de orgullo
porque os vi a través de la mañana de niebla llegar a la frente pura de Castilla,
silenciosos y firmes
como campanas antes del alba,
llenos de solemnidad y de ojos azules venir de lejos y lejos,
venir de vuestros rincones, de vuestras patrias perdidas, de vuestros sueños
llenos de dulzura quemada y de fusiles
a defender la ciudad española en que la libertad acorralada
pudo caer y morir mordida por las bestias.

La guerra es larga
(Poema de Sam Levinger, escrito en un hospital de Madrid, tras ser herido en la batalla de Brunete)
Camaradas, la batalla es cruenta, la guerra es larga,
grises colinas adelante se escucha el grito de las armas;
sobre nosotros planean aviones blancos preñados de dolor,
mirad los tanques sombríos y salvajes, odian la carne;
y escuchad: los fusiles muestran a los hombres el camino del olvido.
Las ametralladoras retumbantes proclaman la muerte.
Camaradas, la batalla es cruenta, la guerra es larga,
Aquí yace un camarada, con la cabeza envuelta en sangre y vendajes,
aquí hay un camarada destrozado con la cara blanca y crispada,
aquí yacen nuestros muertos, aguardan un poco de tierra.
Estamos cansados de la guerra y hartos del peligro.
Soñamos con muchachas que nos esperan muy lejos.
En nuestras manos hay sangre que no podemos limpiar.
En nuestras almas sangre que no se quitará en largo tiempo.
Camaradas, la batalla es cruenta, la guerra es larga,
Dejadnos subir a las colinas grises y recargar las armas,
embistiendo con las delgadas bayonetas hacia la siguiente ladera.
Aquellos que aún están vivos pronto verán los verdes campos,
un país libre y refulgente como una estrella;
y aquellos que recargaron las armas serán recordados,
y de la roja sangre descollarán blancas nubes.

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